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Desde el Yáquimo

Descanse en paz, Michael Jackson

Michael JacksonMichael se fue, aquel muchachito afronorteamericano que despuntó en la música desde que se lo propuso, no respira más.

“Descanse en paz”, diría mi abuela. “Descanse en paz”, digo yo, al menos que reposen sus huesos cansados, su anatomía toda maltratada, intervenida una y otra vez; en fin, su psiquis atormentada.

Su arrolladora existencia no fue el mejor ejemplo pero sí una gran escuela. Quizás nunca imaginó terminar como lo hizo, a lo mejor supuso que acunaría hijos de semen donado y bien pagados, que no tendría color ni rostro definido, que la justicia lo inculparía una y otra vez por causas diversas, en fin, que toda su vida sería una constante amenaza.

Cuando subió a un escenario por primera vez, a los cuatro años de edad, apenas pensaba; junto a sus hermanos en la agrupación Los Jackson Five, era solo un adolescente con muchos sueños.

De golpe le llegó todo lo demás: gloria, fama, dinero…!tragedias!. Si fue o no feliz, ¿quién lo sabe? Aunque una existencia tan revuelta no tiene espacio para la felicidad pero… ¿quién sabe?.

Ahora sólo sé que Michael Jackson se fue, ya no estará más entre los vivos; su muerte también es un enigma, solo se dijo que su corazón dejó de latir o lo hizo tan fuerte que no lo soportó. ¿Verdad o no?, nunca lo que sobre él se ha dicho es la pura verdad, ¿qué más da?.

Lo real es que murió, millones de personas en el mundo lo lloran, yo entre ellas; no importa su color o su sexo, se trata solo de un ser humano hecho y deshecho por una sociedad que un día lo lanzó al estrellato y ahora lo lleva a la tumba.

“Descanse en paz”, diría mi abuela. “Descanse en paz Michael Jackson”, digo yo.

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