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Desde el Yáquimo

Gobernadores del rocío

Gobernadores del rocío

Gobernadores del rocío, novela haitiana con una inigualable carga humana, me ayudó, desde mi adolescencia, a conocer a ese hermano país; sus tradiciones, costumbres, humildad, sencillez; la obra muestra además, la pobreza que por siglos ha signado a esa nación, amén de haber sido la primera en estos lares en desterrar la esclavitud.

Manuel, personaje protagónico de la novela de Jacques Roumain, vino a Cuba procurándose mejor manera de vivir, al igual que muchos de sus paisanos que luego se quedaron para siempre entre nosotros. El joven Manuel no.Volvió al no encontrar mejoría, pues en aquellos tiempos la isla era un hervidero de calaminades como su Haití natal.

Pero de regreso, Manuel encontró mayor precariedad en su terruño: apenas en pie sus padres. Délira y Bienaimé, como la mayoría de los ancianos de la vecindad, casi mueren. La sequía ahogaba a toda la aldea. Ni animales, ni plantas escapaban de la tregedia. Sintió morir. Quiso poner fin a su días ante la impotencia, pero Anaísa, su novia que fielmente le esperó, avivó su tristeza, el amor todo lo puede: Manuel y su compañera, luego de mucho sacrificio, entrega y tezón, lograron encontrar el agua y llevarla de nuevo a la aldea para hacer renacer la vida.

Hoy, cuando veo las imágenes de Puerto Príncipe, destruido, derrumbado..  muerto, convertido en el infierno de este mundo, recuerdo la obra clásica de la literatura latioamericana. Vuelvo a Manuel y a Anaisa; !cuánto amor!. Veo   haitianos, cubanos; negros, blancos, de todas partes, unidos, en una lucha sin fronteras contra la muerte... nada, como en Gobernadores del rocío, cuando el agua llenó de vida nuevamente a la aldea del joven Manuel, estoy segura que Haití, acompañado por sus hermanos del Alba, ni siquiera soñada por Manuel y Anaisa; con  la solidaridad de la mayor parte del mundo, volverán a reconstruir, a reir, amar y  vivir.

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