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Desde el Yáquimo

El amor es oro

El amor es oro

“Ató con cintas los desnudos huesos/ el yerto cráneo coronó de flores/ La horrible boca la llenó de besos/ y le contó sonriendo sus amores…”
La tétrica letra de Boda negra, antológica pieza musical de la cancionística cubana, suscitó la polémica entre mis compañeros de trabajo. Para unos, demasiado lúgubre para ser amor, para otros, demasiado amor para ser tan lúgubre.
Sencillamente, es así ese sentimiento, tan contradictorio como cotidiano. Que a decir de José Martí: “es oro”. Ciertamente lo es, y como oro al fin, escaso en tiempos turbulentos.
Por tradición, en otras latitudes del mundo, regalar chocolates, peluches, perfumes, prendas y toda muestra de valor material es costumbre cada 14 de febrero, homenaje a San Valentín. Para algunos pueblos es el Día del Amor y la Amistad, mientras que en otros, simplemente, Día de los Enamorados.
Algunos cubanos, esos que añoran todo lo de a fuera, optan por copiar estas tendencias, aunque atente contra su economía personal y los requerimientos prácticos de sus parejas; en otra escala estamos los tradicionales, quienes mantenemos la costumbre de la sencilla y emocional tarjeta franqueada o el ramo de rosas cargadas de lenguaje amoroso desde tiempos remotos.
“Prefiero que me regalen algo útil, que dure. Las flores han dejado de ser una cosa única, un detalle. Las acepto, pero acompañadas de algo más sustancioso…”
Pobre criterio, pero criterio al fin y generalizado en determinados segmentos poblacionales, especialmente en quienes carecen de iniciativas y sentimientos propios, desoyendo los reclamos de las mejores tradiciones del ser humano.
“Amar sobre todo, confiar y desdeñar; esa es tal vez la verdadera vía de vida”. De nuevo Martí. El Maestro, ese que nos guía con su savia inextinguible por los senderos más luminosos. Amemos entonces, confiemos sobre todo, esperemos que nuestro relevo sepa saltar escollos y llevar adelante la transparencia del sentimiento más puro que existe. Solo si amamos podemos llegar a comprender lo que somos capaces de hacer por los demás y por nosotros mismos.
“Yo abrazo a todos los que saben amar”. Prédica martiana que dignifica a este 14 de febrero. Más que elegir el regalo caro, suntuoso o tradicional, reflexionemos, busquemos en lo más profundo de nuestras almas la esencia verdadera del amor. Pobre de quien nunca haya amado, más pobre todavía quien no inspire pasiones sublimes.
Y no se trata de soslayar los tropiezos y contratiempos propios de todo sentimiento humano, al contario, recuerde que “el amor es un ejercicio de jardinería: Arranque lo que hace daño, prepare el terreno, siembre, sea paciente, riegue y cuide. Esté preparado porque habrá plagas, sequías o excesos de lluvia, mas no por eso abandone su jardín”
Más allá del obsequio un día señalado en el año, lo importante será la constancia, la entrega o la dedicación que prodiguemos a esa otra parte importante de nuestra existencia. Sólo así, se lo asdeguro, tendrá por siempre todo el oro del mundo.

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